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Una infancia feliz en un entorno emocionalmente estable brinda las bases para un crecimiento sano, de acuerdo con Laura Juárez, coordinadora de Salud Emocional y Mental en Tecmilenio.

Bajo esta premisa, la especialista comparte los mitos y realidades que existen alrededor de la salud emocional de los pequeños:

MITO: Los niños no tienen problemas reales. Si bien no atraviesan por conflictos de adultos, la realidad es que hay temas que los aquejan como el reconocimiento y expresión de las emociones, que muchas veces es minimizado por los mayores. Por ejemplo, al pedirles que no lloren, les transmiten el mensaje de que lo que sienten no es real y que no existe razón para expresarlo.

MITO: Los infantes no entienden: Los niños perciben todo lo que pasa a su alrededor y para ellos es importante tener información sobre lo que ocurre. Por ejemplo, cuando un ser querido muere, a veces la familia prefiere no darles la noticia o decirles “mentiras piadosas” para protegerlos, cuando en realidad lo que necesitan es saber qué pasa, desde un lenguaje sencillo y comprensible para su edad.

MITO: La salud mental mejora con la edad: Para muchos adultos solo es cuestión de tiempo para que los pequeños superen sus problemas. Sin embargo, no atender de manera adecuada y a tiempo sus conflictos, solo ocasiona que estos maduren y desencadenen problemáticas más complejas.

MITO: Los trastornos de conducta son resultado de una mala educación. Si bien, la relación que los niños tienen con sus padres influye en sus comportamientos, hay otras situaciones que pueden detonarlos, como eventos traumáticos e incluso condiciones genéticas. Por ejemplo, el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDA/H) para muchos padres sólo significa que su hijo es inquieto, pero sin un acompañamiento adecuado y la orientación de profesionales, puede ocasionar problemas sociales y educativos. 

En este escenario, la especialista comparte algunas recomendaciones para garantizar la salud emocional en la infancia:

1. Brindar la confianza para hablar, reconocer y procesar sus emociones. Esta acción representa la diferencia entre el niño que sabe que está enojado y el que no lo dice pero va y ataca a un compañero de la escuela.

2. Ayudar a establecer relaciones saludables con su entorno. Sin duda, el hogar es el lugar donde los pequeños observan ejemplos de cómo tener interacciones sanas con los demás, por lo que es fundamental que los padres realicen esta labor en casa.

3. Enseñar a resolver problemas. Crear redes de apoyo a las que puedan recurrir cuando necesiten ayuda para resolver algún conflicto. Este proceso también es clave para desarrollar tolerancia a la frustración. 

4. Ofrecer estabilidad en casa y cubrir sus necesidades básicas para fomentar un entorno sano. Contar con alimento, educación y vivienda son parte de los derechos de los niños y forman parte de los elementos esenciales para una salud emocional estable. Asimismo, es necesario crear hábitos y dinámicas que les permitan establecer una rutina y estructura flexible en su vida diaria.

5. Divertirse en familia. El entretenimiento es una gran oportunidad para liberar estrés, tanto para los padres como para los hijos, al mismo tiempo que se demuestran afecto y fomentan la convivencia sana.

Desmitificar los mitos en torno al bienestar emocional y mental de los pequeños, es el primer paso para entender y atender las necesidades  afectivas en la infancia, que en México la conforman 31.8 millones de menores de 0 a 14 años de edad, según datos del censo de población 2021 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).

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